última actualización: 16:32
En tantos debates sociales que se están produciendo por violencia de género, maltrato a menores, etcétera, la justicia española o la autonómica parece que mira para otro lado.
Actualmente se están produciendo casi más divorcios que matrimonios, y los divorcios con niños pequeños por medio, siendo utilizados en la mayoría de los casos como venganza o moneda de cambio. Por defecto, la justicia dicta la guarda y custodia para la madre; aunque el padre la haya solicitado, si no están de acuerdo se la dan a la madre y al padre se le pone de patitas en la calle, aunque tenga que pagar hipoteca de ese piso del que se le echa y se le obliga a pagar la manutención del hijo, con una cantidad que nunca le tienen que justificar en qué se gasta. Pero a la madre no se la obliga a dejar el piso, ni se le obliga a dejar ver al niño cuando el padre quiera o pueda, sólo lo que establece la sentencia, ni se le da al padre una pensión compensatoria por quedar en inferioridad de condiciones en los casos que se tiene que ir a casa de sus padres a que le ayuden a sobrevivir. ¿Es esto aplicar justicia o es aplicar la ley a rajatabla? Queremos igualdad entre hombre y mujer, y esta discriminación que se está haciendo con los hombres ¿qué es? Galicia tiene una de las tasas de divorcios más altos de España, por qué no dictan más sentencias de custodia compartida, cuando están comprobando todos los días casos sangrantes de dejar a los niños monoparentales. ¿Es que el niño en la sociedad actual sólo tiene derecho a que le cuide o reciba el cariño de uno, en caso de divorcio de los padres? Luego, esos niños, como queremos que sean el día de mañana, cuando se le ha privado y se le ha discriminado desde pequeños de una parte de sus padres, sus abuelos, sus tíos. Creo que es hora de que se piense en estos dramas que también es maltrato hacia una parte, que por el hecho de tener que divorciarse no se puede al niño apartarle del cariño, cuidado, educación de una parte y a la vez la otra parte sólo ver al niño en ocasiones, sin participar en nada, sin comprobar si el que le está cuidando es más maduro que el que no.