WARREN FARRELL 

Warren Farrell empezó su carrera como ardiente defensor de los postulados feministas, con un libro (The Liberated Man, 1974) en que se establecían las pautas de adaptación de los hombres en apoyo del movimiento de liberación de la mujer, llegando a ser elegido en tres ocasiones miembro de la Junta Directiva de la Organización Nacional de Mujeres (NOW) de Nueva York. Pero el desencanto respecto de los planteamientos feministas llegó a finales del decenio de 1970, cuando la Organización mencionada tomó postura a favor de la concesión de la custodia exclusiva a las madres en los casos de divorcio. Entonces comprendió que el movimiento feminista ya no buscaba la igualdad de derechos, sino ventajas para la mujer en detrimento de los derechos del hombre, planteamiento que culminó en la publicación de su libro The Myth of Male Power ("El mito del poder masculino") en 1993.

Como el propio Farrell ha reconocido, ese cambio de terrenos no fue precisamente favorable para sus intereses. "Pasé de la holgura económica que disfrutaba cuando defendía a las mujeres a la estrechez en que vivo desde que defiendo a los hombres". Como dato significativo, señala que, mientras que todos los artículos sobre mujeres que escribió  para el New York Times en su primera etapa fueron publicados, no ha logrado publicar en ese periódico ninguno de los que ha escrito sobre hombres en su segunda época. Con todo, sus libros se venden en más de cincuenta países y algunos de ellos se han traducido a más de diez idiomas. 

En The Myth of Male Power, Warren Farrell realiza una disección de nuestra estructura social y sus orígenes y sostiene que las mujeres están protegidas por los hombres, y no oprimidas por ellos, como establece el dogma feminista. Al estereotipo de la mujer como "objeto sexual", opone el estereotipo del hombre como "objeto de éxito".  Los hombres han sido también maltratados en nuestra sociedad y, actualmente, tienen menos derechos que las mujeres. Por ejemplo, es la mujer quien decide si la pareja tiene o no hijos. Asimismo, una mujer puede asediar a un hombre en el lugar de trabajo, pero si es el hombre quien lo hace será acusado de acoso sexual. Y si las mujeres son las oprimidas, ¿por qué es mayor el número de hombres suicidas, víctimas de actos criminales o accidentes laborales y vagabundos? ¿Por qué el número de varones asesinados es tres veces superior al de mujeres? Como ejemplo de discriminación cita el caso de un accidente aéreo debido a la negligencia de una controladora que causó la muerte a 34 personas en la misma época en que el petrolero Exxon Valdez derramó su petróleo al mar. La "pena" impuesta a la controladora aérea consistió en varias sesiones de "asesoramiento" por expertos, y su nombre se mantuvo secreto. El capitán del Exxon Valdez acabó en la cárcel.

¿Y qué ocurre con las relaciones entre hombre y mujer en el lugar de trabajo? "Cuando la cosa funciona, se le llama galanteo; en caso contrario, se le llama acoso". Y el autor se explica: "Cuando en mis conferencias pido que levanten la mano las mujeres que hayan llegado a su lugar de trabajo solteras y se hayan casado posteriormente con un hombre al que hayan conocido en el trabajo cerca de dos tercios levantan la mano, y otro 15% de esas mujeres confiesan que han mantenido una larga relación con un hombre al que conocieron en el trabajo, aunque no llegaran a casarse. [...] Las iniciativas sexuales de los hombres hacia las mujeres con un puesto inferior en el trabajo constituyen la definición más frecuente de acoso sexual. Cuando la cosa funciona, se le llama galanteo; en caso contrario, se le llama acoso.  Sin embargo, muchas mujeres reconocen que se casaron con un hombre al que, al principio, dijeron "no". Según las normas actuales, están casadas con acosadores sexuales, pero algunas de ellas se muestran muy contentas de que sus hombres hayan insistido".

Lo que prueba que los dogmas y fanatismos de moda podrán amargar la existencia a un par de generaciones, pero no desviar el curso misterioso y profundo de la vida y de las relaciones humanas.  Cuanto antes caigan ciertos prejuicios y diques, antes volverán la aguas a su cauce.

En enero de 2001, Warren Farrel publicó el libro Father and child reunion ("Reunión de padre e hijo"), en el que se afirma a modo de presentación: "Del mismo modo que en el último tercio del siglo XX se alcanzó prácticamente la igualdad de oportunidades laborales para la mujer, en el primer tercio del siglo XXI se tenderá a establecer la igualdad de oportunidades para los hombres como padres."

Tras la publicación de este libro,fruto de 13 años de investigaciones, será necesario reexaminar la condición del padre como cuidador más idóneo de los hijos. Estas son algunas de sus revolucionarias conclusiones:

  • En caso de separación de la pareja, los niños que conviven la mayor parte del tiempo con el padre se desarrollan mejor que los que conviven principalmente con la madre.

  • Asimismo, tanto los niños como las niñas que conviven con el padre se encuentran mejor física y psicológicamente y tienen un mejor rendimiento académico y una mejor integración social que los que conviven con la madre.

  • Por su parte, los padres separados tienen mayor capacidad que las madres separadas para compatibilizar el cuidado de los hijos y el trabajo con un menor coste en tensiones y estrés.

A partir de esas conclusiones, ¿qué estructuras familiares son, en principio, las que mejor se adaptan al interés del niño? Las investigaciones realizadas han permitido al profesor Farrell establecer la siguiente clasificación de las estructuras familiares, por orden de idoneidad: 1º) la familia intacta; 2º) la custodia compartida real (tiempo con los padres compartido); 3º) la mayor parte del tiempo con el padre; 4º) la mayor parte del tiempo con la madre. Estos serían, por el orden indicado, los entornos familiares más adecuados para los hijos.

En su explicación, el profesor Farrel no se limita a afirmar que los padres ejerzan necesariamente su función paterna  mejor de lo que ejercen las madres su función materna, y añade que se han de tener en cuenta otros factores a la hora de establecer ese orden de preferencia. En efecto, aunque en "Reunión de padre e hijo" se considera preferible la familia intacta, queda claro que, si el divorcio es inevitable, la convivencia básica con el padre proporciona al niño más contacto con ambos padres que la convivencia básica con la madre, además de reducir la dependencia económica de la madre respecto del varón y moderar las tasas de suicidio, 10 veces superiores en los hombres tras el divorcio.

La sociedad lleva años haciendo la guerra al padre, pero la madre y el niño también están entre los perdedores. En relación con esa guerra, el autor señala que el Gobierno estadounidense gasta en medidas para obligar a los padres a pagar las pensiones alimenticias una cifra 340 veces superior a la empleada en soluciones para impedir que las madres nieguen a los padres el contacto con sus hijos. Sin embargo, sería mucho más rentable y barato favorecer ante todo ese contacto, ya que los padres que ven a sus hijos, pagan sus pensiones. Como se indica en el capítulo 2, el 85% de los padres que comparten el tiempo de convivencia con sus hijos pagan las pensiones alimenticias íntegra y puntualmente; cuando las madres tienen la custodia, pero no niegan a los padres la oportunidad de ver a los niños, el 79% de esos padres sigue pagando sus pensiones íntegra y puntualmente; y, por último, cuando la madre obstaculiza o niega ese contacto con los niños, sólo el 56 por ciento de los padres paga las pensiones.

En cuanto al aborto, Farrell señala que ni sus defensores de sus detractores tienen en cuenta la postura del padre al respecto,  y considera falaz el principio de que "la mujer tiene derecho a decidir porque se trata de su cuerpo".  Para el profesor Farrell, cuando un hombre y una mujer deciden compartir sus vidas y, como resultado, se produce una fecundación, los derechos y las responsabilidades también deben compartirse. La unión de un hombre y una mujer no crea derechos exclusivos para la mujer, sino una fusión de derechos. Por tanto, la mujer no tiene derecho a una opción unilateral que afecte al resto de la vida de ese hombre, del mismo modo que ningún hombre tendría derecho a adoptar una decisión unilateral que afectase al resto de la vida de una mujer.  

Farrell insiste en su incansable petición de investigaciones para desarrollar una píldora anticonceptiva masculina. También propone una escala de restricción creciente del derecho a abortar en función del número de meses de embarazo transcurridos y quizás otros factores.  En su opinión, "debemos sustituir nuestros monólogos sobre derecho a la vida o derecho al aborto por diálogos acerca de los derechos superpuestos de la madre, del padre y del feto".  Una cosa es clara: "una vez que una mujer y un hombre han creado un feto, ambos tienen iguales responsabilidades e igual derecho a determinar el destino de ese feto".

En un momento del libro detiene su atención en el peligro de tergiversación de la información mediante las encuestas, como por ejemplo, en el caso de la encuesta realizada por la Oficina del Censo para determinar la principal razón de impago de las pensiones alimenticias. En esa encuesta, la mujer entrevistada debía elegir entre estas dos respuestas alternativas: "el padre se ha negado a pagar" o "usted no pudo localizar al padre" (en la encuesta se utiliza la expresión "padre" [father], en lugar de expresiones neutras como "progenitor" o "padre / madre" [parent]).  Puntualiza Farrell: "Los sistemas tradicionales de apoyo a la mujer ayudan a las mujeres vulnerables; los sistemas tradicionales de apoyo a los hombres favorecen sólo a los hombres invulnerables". Y añade: "Cuando un hombre deja de ser una billetera eficaz, lo metemos en la cárcel; cuando una mujer incumple sus obligaciones de madre, le ofrecemos servicios sociales.  Adoptamos un enfoque penal para los hombres y un enfoque de servicios sociales para las mujeres."  Sin embargo, prosigue Farrell, "una madre que impide el acceso de un niño a su padre está cometiendo una de las formas más innegables de maltrato infantil". Como prueba del doble rasero aplicado a los casos en que se impide el acceso del niño a uno de sus progenitores, Farrell nos invita a imaginar lo que hubiese ocurrido en el caso de Elián González, el niño balsero, si hubiese sido su madre, y no su padre, quien, durante largos meses, hubiese tenido que luchar para que le devolviesen a su hijo en lugar de dejarlo bajo el cuidado de unos parientes con recientes historiales delictivos.

En su libro, el profesor Farrell señala que el divorcio causa 10 veces más suicidios en los hombres que en las mujeres. Y observa: "Las investigaciones realizadas para preparar el libro "Reunión de padre e hijo” me han llevado a la conclusión de que el síntoma más peligroso es que no haya síntomas. Cuando las mujeres tienen una crisis, tratan de pedir ayuda; cuando los hombres tienen una crisis, se retraen. La forma más desesperada de pedir ayuda es el intento de suicidio, conducta predominantemente femenina; la forma más desesperada de retracción es el suicidio, conducta predominantemente masculina”.

Confiemos en que pronto podamos ver la traducción de “Reunión de padre e hijo” en las librerías españolas.

 

Enlaces interesantes

Sitio web de Warren Farrell:

Reportaje "Save the males!" (6-feb-2001):

Pasajes de Father and son reunion:

Pasajes de The Mith of Male Power:

Pasajes de Women Can't Hear What Men Don't Say:

Entrevistas con Warren Farrell:

 

Conclusiones del libro "Reencuentro de padre e hijo" sobre la idoneidad del padre separado como cuidador de sus hijos.

En caso de separación de la pareja:

  • los niños que conviven la mayor parte del tiempo con el padre se desarrollan mejor que los que conviven principalmente con la madre.
  • tanto los niños como las niñas que conviven con el padre se encuentran mejor física y psicológicamente y tienen un mejor rendimiento académico y una mejor integración social que los que conviven con la madre.
  • por su parte, los padres separados tienen mayor capacidad que las madres separadas para compatibilizar el cuidado de los hijos y el trabajo con un menor coste en tensiones y estrés.

¿Qué estructuras familiares son, en principio, las que mejor se adaptan al interés del niño? 

  • 1º.- la familia intacta;

  • 2º.- la custodia compartida real (tiempo con los padres compartido);

  • 3º.- la mayor parte del tiempo con el padre

  • 4º.- la mayor parte del tiempo con la madre.

Estos serían, por el orden indicado, los entornos familiares más adecuados para los hijos. Tal orden de preferencia (siempre sobre la base de que lo preferible es la familia intacta) se basa en el hecho de que la convivencia básica con el padre:

  • proporciona al niño más contacto con ambos padres que la convivencia básica con la madre

  • reduce la dependencia económica de la madre respecto del varón

  • modera las tasas de suicidio, 10 veces superiores en los hombres tras el divorcio.

El libro trata de dar respuesta a las siguientes preguntas: 

  • ¿En qué consisten exactamente las diferencias entre las funciones materna y paterna?  

  • ¿En qué casos el enfoque aplicado al mejor interés del niño se convierte en el peor interés del niño?  

  • ¿Por qué existe un instinto materno y un instinto paterno, y por qué funcionan de forma distinta?  

  • ¿De qué forma los métodos actuales de ejercer la paternidad y las políticas gubernamentales están destruyendo el instinto paterno?  

  • ¿Cuáles son los efectos de la presencia del padrastro?  ¿Y de la madrastra?  

  • ¿Cuáles son los efectos a largo plazo para el niño del apartamiento del progenitor con el que no convive? 

¿Qué es necesario para equiparar plenamente las funciones maternas y maternas?

  • ABC de los derechos (y responsabilidades) del varón. Los hombres deben tener idénticos derechos y responsabilidades en materia de aborto (Abortion), control de la natalidad (Birth control) y cuidado de los niños (Childcare).  
  • Eliminación del sistema de "tributación sin representación".  Cuando un padre "tributa" para pagar los gastos de sus hijos, raramente o nunca sabe en qué se gasta su dinero, lo que crea una sensación de "tributación sin representación".  Las situaciones de "tributación sin representación" crean revoluciones, no familias.  
  • Finalización de la "guerra contra los padres". El Gobierno gasta en medidas destinadas a obligar a los padres a pagar las pensiones alimenticias una cifra 340 veces superior a la empleada en soluciones para impedir que las madres nieguen a los padres el contacto con sus hijos. Sin embargo, sería mucho más rentable y barato favorecer ante todo ese contacto, ya que los padres que ven a sus hijos pagan sus pensiones:  
    • el 85% de los padres que comparten el tiempo de convivencia con sus hijos pagan las pensiones alimenticias íntegra y puntualmente;
    • cuando las madres tienen la custodia, pero no niegan a los padres la oportunidad de ver a los niños, el 79% de esos padres sigue pagando sus pensiones íntegra y puntualmente;
    • cuando la madre obstaculiza o niega ese contacto con los niños, sólo el 56 por ciento de los padres paga las pensiones.
  • Apertura del callejón sin salida en que se encuentran los padres.  Los padres han aprendido a expresar el amor a su familia al verse separados de la familia que aman. 
  • Reexamen de las actitudes subyacentes en el vocabulario:
    • "visitas": ¿no son para los presos?
    • "pensión alimenticia": ¿sólo consiste en dinero?
    • "Maltrato infantil": ¿es maltrato infantil negar a un niño el contacto con su padre?  ¿Es maltrato infantil la maledicencia contra el progenitor ausente?  ¿Es maltrato infantil una acusación falsa del otro progenitor realizada en la lucha judicial por la custodia?

[Resumen basado en la sistematización hecha por la ANCPR (http://www.ancpr.org/farrell.htm)]

 

 

 

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