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Domingo 07/06/2009. Actualizado 11:10h.

REINO UNIDO | La pequeña pasó seis meses aislada

La dramática muerte de Khyra, encerrada por su madre sin comida ni bebida

Khyra, en una foto aportada por la policía de West Midlands.

Khyra, en una foto aportada por la policía de West Midlands.

El 17 de mayo de 2008, la pequeña Khyra Ishaq, de siete años, fallecía con un índice de masa corporal tan bajo que los médicos británicos no supieron medir con exactitud. Había pasado seis meses encerrada en su casa y privada, casi por completo, de alimentos. Su madre y su padrastro se enfrentan ahora a un juicio de seis semanas en el que deberán explicar, si es que es posible, por qué se comportaron así con la pequeña, y con otros cinco niños que tenían a su cargo.

Una vez más, las principales cabeceras de la prensa británica se hacen eco de un abuso infantil sostenido, que los servicios sociales no pudieron impedir. Algunas reminiscencias del caso de 'Baby P', el bebé británico que falleció con 17 meses tras sufrir repetidos malos tratos. Con en aquella ocasión, un matrimonio roto y una nueva pareja que se muda al hogar familiar. Y comienzan los abusos.

En diciembre de 2007, Angela Gordon, la progenitora, decidió sacar del colegio a Khyra y a otros cinco niños a su cargo (se desconoce si son sus hijos naturales o no). Ella, con 33 años, y su pareja, Jumaid Abuhamza, musulmán convertido de 29 años, habían decidido educarlos en casa.

Un pestillo en la cocina

Enseñanza escolar a parte, parece que los niños fueron sometidos a un régimen dictatorial relacionado con la comida. Se puso un pestillo en la puerta de la cocina para impedir su acceso; se les alimentó con un bol de gachas, que debían compartir entre todos y comer con las manos; y, de vez en cuando, se les suministraba algo de pan duro y fruta. Si algún pequeño tenía acceso a un alimento 'extra' se le castigaba golpeándolo con un palo o sacándolos a la calle en pleno invierno y sin abrigar.

Una de las vecinas del número 36 de la calle Leyton, en Handsworth (Birmingham), recordaba un incidente que tuvo con la madre. Según contó cuando se dio a conocer el suceso, en una ocasión sacó pan duro para alimentar a los pájaros y uno de los niños se lo comió. Esto provocó el enfurecimiento de la madre, Angela.

Por actitudes como éstas, sorprende que el vecindario no diese rápidamente la voz de alarma. Ahora, reconocen haber escuchado llantos, gritos de 'Dejadme salir' e incluso afirman haber sido testigos de la extrema delgadez de Khyra. Ni ellos, ni los servicios sociales, que visitaron sin éxito la casa en alguna ocasión, evitaron la muerte de la pequeña, que falleció por una infección, y la desnutrición de los otros cinco niños y niñas.

Cuando la policía inspeccionó la casa, además de una cocina repleta de comida (lo que desmontó, en parte, la teoría de que la familia estaba sumida en la pobreza), encontraron un libro sobre cómo criar a los niños. Se hallaba en el dormitorio de la pareja y tenía una marca en la página dedicada a la nutrición infantil.

¿Por creencias religiosas?

Algunas hipótesis sostienen que el comportamiento de la pareja podría responder a algún tipo de creencia religiosa. De hecho, este caso recuerda a de una pareja francesa acusada, el pasado mes de abril, de haber maltratado y desnutrido a sus ocho hijos. Según las ideas del padre, que se reconoció 'musulmán estricto', la delgadez extrema es un signo de 'buena educación' y 'purificación corporal'.

En el juicio británico, que ha comenzado esta semana y se prolongará otras cinco más, el jurado ha tenido que contemplar, sin poder evitar las lágrimas, imágenes del cadáver de Khyra que, el 17 de mayo de 2008, fue encontrada inconsciente en su casa. Era un sábado por la mañana y los médicos no lograron que llegase con vida al hospital.

Según afirman los medios británicos, el padrastro, Abuhamza, se ha declarado culpable de maltratar a los pequeños pero no de haber asesinado a la niña de siete años.

Por su parte, la madre, ha negado todos los cargos que se le imputan. Y sostiene que su hija falleció de una infección causada por la bacteria E. Coli o por la comida envenenada que le dio de algún vecino.

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