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Juicio de Pedro Cuadrado.
Pedro es una víctíma más de un proceso de divorcio en la España feminazi. Doce años de despropósitos e infamias entre las que están las múltiples denuncias falsas de maltrato de su exesposa de las que ha sido absuelto sin que a la falsa denunciante le haya supuesto ni una simple reconvención, menos aún una condena tal y como estipula el artículo 456 del Código Penal.
Pedro intentó recuperar a su hija pues la jueza Sagrario Herrero Enguita atribuyó la custodia a la exesposa de Pedro pese a que incluso dejaba a la niña, de dos años, sola durante toda la noche ya que por aquel entonces la exesposa era drogadicta y se prostituia para pagarse la adicción,.
La jueza, lejos de velar por el bien de la menor, facilitó durante años el que la madre obtuviese vivienda de protección oficial, créditos a fondo perdido, salario oficial, etc., a costa del dinero de los impuestos de los ciudadanos honrados en base a las citadas denuncias falsas e informes igualmente falsos que "certificaban" que era una mujer maltratada.
La exesposa de Pedro Cuadrado le ha venido denunciado todos los años por las mismas fechas pese a no tener contacto siquiera, aconsejada por personal de los servicios sociales del ayuntamiento. Justo cuando le vencían las ayudas oficiales para poder asi solicitar otras nuevas.
Pedro ha estado durante cinco años viendo a su hija una vez al mes, durante un par de horas, en un cuarto, con la presencia de un policía, gracias a las resoluciones judiciales de Sagrario Herrero Enguita. Obvio es decir que en muchas ocasiones la madre se saltó este canallesco régimen de visitas sin que le haya supuesto una condena o una simple llamada al orden por parte de la jueza.
El delito por el que Pedro Cuadrado ha sido condenado ha consistido en manifestarse ante el juzgado con los correspondientes permisos de la Delegación del Gobierno y del Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz con la presencia de la policía municipal que constató en el correspondiente atestado el normal transcurso de la manifestación.
Pero la jueza Sagrario Herrero Enguita no pudo soportar tamaña “humillación”. Tener que ver las ventanas del juzgado llenas de funcionarios riéndose porque le “cantaban coplillas” a la jueza (según reza la denuncia) fue intolerable para Sagrario Herrero Enguita.
La jueza denunció a Pedro quien ha sido víctima de un juicio sin garantias, con testigos falsos (basta ver las diferentes versiones que dan sobre quién ordenó retirar las pancartas) e incluso condenándole por hechos que ni siquiera constaban ni en la denuncia ni en el expediente judicial. Por no constar, no constaba el atestado de la policía. La jueza oficiante de semejante arbitrariedad ha sido Rosario San Juan Matesanz.
El juicio ha tardado siete años en celebrarse, con el consiguiente perjuicio para Pedro en su salud y en su economía.
Una muestra más de la impunidad de la casta judicial y de la engañifa de Estado totalitario feminazi en el que se ha convertido España.
Pedro no sólo ha sido condenado a cárcel por una denuncia falsa de la jueza que ha destrozado la vida de él y de su hija sino que se le ha obligado a indemnizar económicamente a la jueza que le ha denunciado falsamente.
Mientras, Sagrario Herrero Enguita pidió traslado pues no podía soportar las risas contenidas por el juzgado al estilo de la escena de Pijus Magnificus de “La vida de Brian”. Ahora continua su labor de jueza feminazi en horario matutino en el juzgado de Majadahonda y en horario vespertino en la sección de violencia de género de la Audiencia Provincial de Madrid.
Sale caro luchar contra el totalitarismo corrupto feminazi.
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Hembristas. Sus mentiras, prebendas y privilegios.
Asociación de artistas contra la violencia de género. Este colectivo es uno de tantos que se apuntan al negocio del maltrato institucional. Las subvenciones de dinero público que reciben son generosas y abundantes. La conciencia y la ética brillan por su ausencia. Veamos un ejemplo.
Centro Reina Sofía. El Centro Reina Sofía es el único Organismo público que estudia la violencia. Pero sus prácticas dejan mucho que desear.
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