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IV Congreso internacional sobre Custodia Compartida y Síndrome de Alienación Parental.
Organiza Asociación SOSPAPA
Valencia, 29 al 31 de marzo de 2012
“El derecho humano al respeto de la vida familiar”
Se puede solicitar vídeos de las ponencias y los debates posteriores en www.sospapa.es
www.congresointernacionalsap.org
29 de marzo de 2012
Ponencia: “Los enredos en los procesos de separación y divorcio”
La situación de los justicia española en lo referente a los procesos de separación y divorcio puede ser equiparada al famoso nudo gordiano.
En los citados procesos lejos de buscar el fácil remedio lo que se hace es enredar más y más el problema porque de su mera existencia dependen intereses económicos de numerosos “profesionales”. Y no me refiero tan sólo a abogados, procuradores y demás personal que pulula por los juzgados
Al igual que Alejandro Magno resolvió el problema de un simple mandoble de su espada, la práctica totalidad de los problemas judiciales en los divorcios se resolverían con la Custodia Compartida que actuaría como la espada de Alejandro.
Es una simple cuestión de derechos básicos. El de los hijos a tener padre y madre (y las respectivas familias extensas), y el de los padres a criar a sus hijos de acuerdo a sus propios criterios económicos, éticos, morales y religiosos.
En los demás procesos judiciales el Estado puede llegar a privar o limitar derechos fundamentales del ciudadano, llegando incluso al encarcelamiento, tras el correspondiente proceso judicial con las debidas garantías entre las que está la segunda instancia. Por contra, en los procesos de separación a una de las partes, normalmente el padre, se le priva de todos sus derechos con la simple petición de la otra parte, normalmente la madre. No respetándose la presunción de inocencia ni las garantías judiciales.
Las estadísticas no dejan lugar a dudas dado que en la práctica se dan todas las custodias a las madres siendo las custodias paternas la excepción que confirma la regla o casos en que la madre se desentiende de los hijos.
La custodia compartida es rara avis pese a lo evidente de ser la mejor opción para los menores.
¿Son todas las madres buenas y todos los padres nalos?
Está claro que se está haciendo trampas. Se está prevaricando. Jueces, fiscales, peritos, puntos de encuentro, etc.
El Estado parte del criterio de que los intereses de los hijos pueden no ser los mismos que los de los padres y ponen a disposición de los hijos un “abogado” que defienda sus intereses: el fiscal.
¿Por qué el fiscal no pide la custodia compartida si es lo mejor para su cliente?
¿Por qué el fiscal está ausente en buena parte de estos juicios pese a ser obligatoria su presencia e intervención?
¿A santo de qué son necesarios los puntos de encuentro?
¿No se pueden hacer las entregas en el mismo colegio sin que se vean siquiera los excónyuges?
¿Cuánto nos cuesta mantener los puntos de encuentro y a quienes les estamos manteniendo el negocio a costa de nuestro sufrimiento y gracias a nuestros impuestos?
Algunos objetarán que en las vacaciones no hay colegio donde entregar los niños. En la mayoría de los casos y dado el reparto del período vacacional, esta situación se da una sola vez en todas las vacaciones: el día medio. Pero basta con que se cumpla la ley y las resoluciones judiciales. Progenitor que no entregue a los niños, esto es, que cometa delito al no cumplir la sentencia, se le apercibe por la policía una vez y si sigue en sus trece se le detiene y se entregan los niños a quien corresponde. Esto es, se cumple lo que ha dictado el juez. No sólo se acaba ese problema puntual sino que al correrse la voz se terminaría con el 99,99% de los futuros casos.
Podemos recordar el triste caso Gancedo. La madre no sólo no entregaba al menor sino que denunciaba por malos tratos a su exmarido que vivía a más de cuatrocientos kilómetros y vivía postrado inmóvil en la cama. Bastó una seria advertencia del juez a la parte incumplidora, en este caso la madre, para que nunca más hubiera problemas. Con el consiguiente beneficio para las partes, empezando por la menor que pudo volver a disfrutar de su padre y la familia extensa. Por no hablar de que nunca más se presentó en el juzgado escrito alguno de las partes con el consiguiente alivio en la carga de trabajo del juzgado que pudo dedicar sus recursos a otros temas más importantes.
El Estado nos obliga a formarnos y titularnos para ejercer multitud de actividades. Conducir, elaborar o manipular alimentos, etc. Pero para ser padres no nos exigen ni curso ni título porque se considera que todos somos aptos para ser padres. Esto es, se respeta la presunción de inocencia. Pero en los procesos de separación este principio se vulnera sistemáticamente.
¿Por qué se nos obliga a pasar por un gabinete psicosocial? Si el “problema” es de relación con la pareja no con los hijos y el problema de relación desaparece al desaparecer la convivencia de la pareja.
¿Por qué se ha de someter al examen de peritos? ¿No ha de ser quien acusa quien ha de demostrar la veracidad de su acusación? Pues si mi ex me acusa de no estar capacitado que lo demuestre y tras el correspondiente proceso judicial y tras la segunda instancia y ser la resolución judicial al respecto firme, el juez podrá restringir mi derecho a criar a mis hijos pero no antes.
Con el añadido de que estos gabinetes psicosociales están formados por personal sin la debida formación académica ni el obligatorio proceso de selección ni el inexcusable control por el ógano competente. Po lo que los informes de estos “peritos” son nulos de pleno derecho.
Son todos estos elementos los que enredan el nudo y lo hacen cada día más enmarañado.
Resulta escandoloso tener que recordar que la esclavitud está abolida desde hace muchos años. Que por tanto, el criterio de propiedad sobre los hijos que muchos progenitores tienen y que sólo puede ser asimilado a la esclavitud, está penado como delito en nuestro ordenamiento jurídico. Siendo su gravedad tal que se considera delito de lesa humanidad y es imprescriptible.
Persigamos pues tan horrendo delito hasta su erradicación de la cotidianeidad judicial y de la mente de los ciudadanos.
Los niños no son propiedad de sus padres ni del Estado y sus múltiples enredadores.
Francisco Zugasti Agüí
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