José L. Requero: "El TC es una prolongación de los grupos parlamentarios".
Para José Luis Requero, magistrado de la Audiencia Nacional, ex vocal del Consejo General del Poder Judicial y miembro del Comité de Expertos de Derecho a Vivir (DAV), la Justicia es víctima del "relativismo jurídico", que nos ha llevado a desinteresarnos de lo justo para sustituirlo por lo que conviene en cada momento.
REDACCION HO.- En su último libro, El asalto a la justicia. La última barrera ante el totalitarismo, José Luis Requero radiografía a la Justicia de manera apasionada y certera, y no tiene inconveniente en lidiar con los asuntos más espinosos, es decir, con los menos políticamente correctos.
Dice usted que una buena Justicia necesita buenos jueces. ¿Los que llegan a la judicatura hoy están bien formados, o sucede como en el resto de profesiones?
Hoy día cuesta mucho aprobar las oposiciones a juez. Hablo de cuatro años de media. Pero la dificultad más que de la oposición en sí viene de atrás: de un sistema educativo que no ha ayudado al estudio y en el que, por ejemplo, para algunos memorizar se ve como algo contrario a los derechos humanos, algo medieval.
En todo caso el verdadero mal para la calidad de los nuevos jueces está en las reclutas masivas. Cuando se quieren convocar cada año 300 plazas se puede responder de la calidad, como mucho, de los cien primeros.
Es difícil que en un país donde se politiza hasta una procesión de Semana Santa, la Justicia y los jueces queden al margen.
Sí, pero una cosa es que todo se politice y otra distinta es considerar que la función judicial debe participar de la lógica de la vida política o que el juez, en realidad, es protagonista más de la política.
A muchos ciudadanos nos gustaría que esta fuera una democracia menos nominal y más real. Por ejemplo, nos encantaría elegir mediante el voto directo alguna instancia judicial.
¿Bromea? Eso sería un suicidio. El juez se legitima no haciendo promesas a un electorado (voy a condenar a más años que mi oponente, voy a desahuciar a más inquilinos, voy a meter en cintura a los caseros desalmados...).
No, el juez se legitima haciendo real el Estado de Derecho, cumpliendo y haciendo cumplir la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico.
Algunos jueces se han ganado a pulso el desprestigio, pero el problema es que eso ha terminado afectando a la Justicia. Hemos pasado de la Justicia-cachondeo de la época de González a la Justicia en la que cada vez creen menos del zapaterismo.
Del felipismo vienen estos lodos. Los años de Felipe González fueron los años en los que se politizó la Justicia, fueron años perdidos a la hora de modernizarla y fueron los de la corrupción y el terrorismo de Estado en los que se fomentaba el desprestigio de la Justicia como forma de autodefensa.
De la combinación de esos elementos no puede extrañar que al cabo de los años la Justicia tenga un mal cartel y sufra pérdida de respeto.
A mi modo de ver, el récord del desprestigio seguramente lo ostenta ahora el Tribunal Constitucional. Su decisión sobre Iniciativa Internacionalista será impecable para un jurista pero escandalosa para la ciudadanía. A la vista de lo cual, casi mejor que sigan tomándose tiempo con la sentencia del estatuto catalán.
El Tribunal Constitucional tuvo una época probablemente dorada. Fueron los primeros cinco o seis años, en los que se dictaron sentencias muy relevantes a la hora de pasar el ordenamiento preconstitucional por el tamiz constitucional.
Pero el desprestigio llegó con la sentencia RUMASA y luego a la del Consejo General del Poder Judicial. Su lastre es no ya su origen partitocrático -por eso me sorprende que defendiese la elección popular de los jueces-, sino que se ha convertido en una tercera cámara parlamentaria, en una prolongación de los grupos parlamentarios, eso sí, con ropajes jurisdiccionales.
Desde luego lo que le quede de prestigio se lo juega con el Estatuto de Cataluña, la ley de los llamados "matrimonios" homosexuales, el aborto: ahí veremos si es un prestidigitador del razonamiento jurídico.
Según usted, con el TC el relativismo llega al Derecho.
No tanto con él: el TC es una víctima de ese relativismo. Cuando el relativismo es moral y desde ese relativismo se legisla, se gobierna, también se juzga. La politización de la Justicia, del TC, de la Fiscalía, o de órganos reguladores, no es más que la consecuencia de ese relativismo jurídico: como no interesa lo justo, como no interesa que el Derecho hable, el relativista procura que los jueces le digan el Derecho que a él le conviene y para eso manipula.
¿Por qué los partidos tienen tan poco respeto por la Justicia?
Porque el Poder político huye de las limitaciones, de lo que le constriñe. El Poder político es, por definición expansivo.
Tire piedras contra su propio tejado. Imaginemos que logramos alejar a la Justicia del poder político. ¿Eso pasa también por las asociaciones de jueces? ¿Por qué la mayoría de los jueces no pertenecen a ninguna?
Más que la mayoría, el 50%. El nivel de afiliación es elevado. Pero bueno, cojo la piedra y no la tiro contra mi tejado sino contra la del vecino. Me explico. La inmensa mayoría de los jueces son profesionales, no agentes políticos.
El problema es cuando una minoría se siente con vocación política, considera que está en la judicatura para hacer política y se autodenomina "izquierda judicial". Con tal calificativo arroja al resto de los jueces a la derecho judicial. Si además surge una asociación que presume de moderación el esquema está servido: hay asociaciones de izquierda, centro y derecha.
La vinculación de la "izquierda judicial" con el cosmos de la izquierda ideológica, cultural, sociológica es más que manifiesto y por ese cosmos entiendo desde El País, la SER -entre otros medios- hasta la Carlos III, pasando por los artistas de la ceja, los grupos antiloquesea, proabortistas, prohomosexuales, asociaciones de vecinos, pacifistas, los habitantes del Círculo de Bellas Artes, etc. En ese cosmos, los jueces de izquierdas no son más que una rama más
Un magistrado, presidente de sala de una audiencia provincial, me contaba que para pasarle un papel a un colega que tenía el despacho junto al suyo, había de recurrir a un funcionario. Prohibido el correo electrónico o cualquier cosa que pudiera atentar contra los muy sindicales derechos de los "trabajadores de la Justicia". Háblenos del papel de los sindicatos.
Poco puedo decir porque no me relaciono con ellos. Sí que es cierto que la gestión más óptima del personal judicial está lastrada por esos intereses sindicales. Nunca he trabajado en el sector privado, pero si los modos, formas y criterios de trabajo de la Justicia se aplicasen a una empresa, quiebra segura.
¿Cómo funciona un país con 17 "justicias"?
Mejor dicho, como funcionará. En cuanto el TC de el visto bueno el Estatuto de Cataluña, no tardaremos en verlo. ¿Y qué veremos? Pues un remake siglo XXI de la España del caciquismo.
Tomado de Hazteoir
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