Carmen López García Serrano, maltratadora aplasta testículos.

Siguiendo su costumbre, la madre, Irene Fernández-Largo López, se desentiende de los hijos “delegando” su crianza en terceras personas. En este caso, en su madre: abuela materna.

La madre siempre ha dicho que su familia es un matriarcado y que a los hombres se les castraba.

La abuela obliga al niño, once años, a ponerse unos calzoncillos que le quedan pequeños y le aprietan los testículos. Esto es, condena al niño a estar todo el día dolorido y molesto. Probablemente también le conlleve otras secuelas físicas por no hablar de las psíquicas.

La abuela no sólo desatiende las quejas del niño sino que le castiga por pedir otro calzoncillo que no le haga daño.

Pese a intentarlo, el padre no puede ocultar su indignación ante su hijo, haciéndole hablar precipitadamente.

El niño no sólo disculpa sino defiende a quienes le están maltratando. Tal es el grado al que llega el proceso de alienación y sumisión al que lleva sometido el crío en los últimos ocho años transcurridos desde la separación de los padres. El niño no sólo es incapaz de hablar mirando a la cara, bajando siempre la mirada al suelo, sino que para justificar a su abuela niega lo evidente, el tamaño del calzoncillo y el suyo propio en constante crecimiento.

Los niños se niegan a dar detalles al padre porque son conscientes de que si cuentan a su padre lo que les pasa, la familia materna tomará represalias. “Nos pega, nos da patadas y nos encierra en el cuarto” según palabras de la niña en referencia a su madre, grabadas en vídeo y que la jueza no tuvo en consideración.

El documento original se aportó al juzgado sin que la juez Mónica Guerrero Fraile lo tuviese en cuenta, haciendo caso omiso al igual que con otros cientos de documentos, dando la custodia a la madre.