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Alfonso Guerra reconoce que el Tribunal Constitucional aprobó la ley de violencia de género por presiones políticas.
Nada que no supiésemos. Guerra nos descubre el Mediterráneo. Un ejemplo más de la escasa, por no decir nula, independencia de este “Tribunal” y de cualquier otro pues la independencia del Poder judicial brilla por su ausencia en España.
No en vano fue el propio Alfonso Guerra quien declaró que “Montesquieu ha muerto” tras modificar la Ley Orgánica del Poder Judicial y dejar a este poder del Estado en manos de los partidos políticos, reuniendo los tres poderes del Estado bajo la misma dirección de los políticos de turno.
Viene bien recordar otra frase de Alfonso Guerra: el que se mueve no sale en la foto.
Guerra habla ahora que su sueldo y prebendas no corren riesgo al estar “jubilado”. Pero cuando se aprobaron estas leyes aberrantes, que él mismo ya criticó en su día, se atuvo a la “disciplina de partido” para seguir disfrutando las prebendas. Al igual que otros conocidos políticos como Leguina o Corcuera. De hecho, Guerra sigue disfrutando de buena parte de ellas. Sirva de ejemplo que su hija Alma nació en la embajada de España en Roma y ahora trabaja en un organismo del Estado que sólo sirve para justificar los sueldos de quienes han entrado enchufados allí que son todos y cada uno. Aunque seguramente su caso más llamativo es el uso del avión oficial para ir a ver los toros. Confundiendo lo público con lo personal como ahora hace su sucesor Pedro Sánchez yendo a un concierto o a la boda de su cuñado.
Nombrados por los partidos políticos, los magistrados del Tribunal Constitucional que lo fueron a propuesta del PSOE son los que finalmente aprobaron la inicua ley. Con el voto de calidad de la presidenta del Tribunal, una simple profesora de derecho laboral de la Universidad Carlos III (feudo del PSOE de Peces Barba), quien no fue durante su mandato sino un títere en manos del PSOE. Recordemos la penosa escena en la que la entonces vicepresidenta del Gobierno abronca a la presidenta del Tribunal Constitucional en público, pese a estar en teoría varios escalones por debajo en el escalafón jerárquico de autoridades del Estado.
La misma De la Vega que adoctrinaba a niños pequeños en el colegio y que posteriormente le birló el puesto en el Consejo de Estado a la propia Emilia Casas tras un cambio ad hoc de la ley para controlar también este órgano consultivo colocando a la propia De la Vega y a Rodríguez Zapatero.
María Emilia Casas fue quien asesoró a una asesina de su exmarido, indicándole que recurriese ante su Tribunal para que ella “arreglase” su problema. También le remitió a dos abogadas para ayudarla dado que eran expertas en la materia y saben como arreglar estos casos. Las abogadas eran Enriqueta Chicano, entonces presidenta de la Federación de mujeres progresistas (ala feminazi del PSOE) y ahora magistrada en el Tribunal de Cuentas (colocada para tapar las vergüenzas del PSOE e introducir la perspectiva de género) y Cruz Sánchez de Lara, entonces abogada de la misma Federación de mujeres progresistas, y ahora miembro del consejo de administración del panfleto feminazi "El Español" y esposa de su director, el inicuo Pedro Ramírez.
Efectivamente las dos abogadas eran expertas en el tema. De hecho, seguían el consabido manual feminazi: l denuncias falsas, bala de plata, incumplimiento de sentencias, campaña de difamación, impedimento de contacto padre-hijos... Lo que sufren cada año miles de padres separados de sus hijos y expoliados por las leyes aberrantes y los jueces colaboradores. Si bien los principales perjudicados son los hijos que padecen estos procesos canallescos.
Resumiendo, la ley de violencia de género es un gran engaño promulgada para cambiar la sociedad y dar de comer a miles de estómagos agradecidos conculcando derechos fundamentales y principios jurídicos básicos.
En la Alemania nazi todas las aberraciones que se cometieron fueron legales, pues quienes se opusieron fueron perseguidos y cercenados, mientras el resto de la población miraba para otro lado o se subía al carro jaleando a los delincuentes criminales esperando recibir su parte del pastel a costa del patrimonio y la vida ajena.
Las feminazis y sus colaboradores tendrán su juicio de Nuremberg y su cárcel de Spandau como lo tuvieron los nazis.
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