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Los hijos de padres separados son las mayores víctimas en las separaciones.

La legislación feminazi creada por los políticos y aplicada por los jueces feminazis lejos de protegerlos les provocan daños irreversibles. Incluido el suicidio. Uno de tantos datos ocultado o manipulado para engañar a la opinión pública.

Las feminazis alientan estas canalladas y defienden a quienes las perpetran.

Tendrán su Núremberg y su Spandau.

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Habla el hijo secuestrado por María Sevilla, presidenta de Infancia Libre: "No siento odio ni rencor, pero no es justo que mi madre se vaya de rositas"

hijo

Samuel Marcos, en la casa donde vive con su padre, en Estepona (Málaga). ANTONIO HEREDIA

QUICO ALSEDO

Estepona (Málaga)

FOTOGRAFÍA: ANTONIO HEREDIA

Miércoles, 29 marzo 2023

El hijo raptado por el icono feminista, condenada por la Justicia e indultada por el Gobierno, narra por primera vez su calvario: "No creo que lo supere nunca". El libro 'Algunos hombres buenos' destapa su infierno

- ¿Cuál es tu relación hoy con tu madre?

- Ninguna desde que se quitó la careta y vi quién es de verdad. Me ha hecho mucho daño.

Hace cuatro años exactamente hoy, Samuel Marcos Sevilla fue noticia a nivel nacional. La Policía acababa de liberarle, de madrugada, de la finca de Cuenca donde permanecía retenido. Su secuestradora era su madre.

Él tenía 11 años. Llevaba dos desescolarizado. Su madre, María Sevilla, le había apartado de su padre aproximadamente desde los tres. La excusa era que él, Rafael Marcos, supuestamente había abusado de Samuel repetidas veces. Mientras la Justicia descartaba terminantemente todo abuso, y la ponía a ella en el punto de mira, Sevilla intervenía en 2018 en el Congreso de los Diputados. Como experta en abuso sexual intrafamiliar. Invitada por Podemos.

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Luego, justo cuando la Justicia la iba a obligar a entregar a Samuel al padre, Sevilla desapareció con el crío. Hasta que apareció la Policía.

Detenida y condenada a cárcel, la presidenta de Infancia Libre fue luego indultada por el Gobierno, y siempre apoyada como madre ejemplar, hasta hoy, por cientos de asociaciones feministas para las que es una heroína. Podemos llegó a encargarle un informe e Irene Montero dijo que su indulto era "una victoria para el feminismo"-.

 

Aquí, hoy, frente a nosotros, el objeto en disputa: Samuel, el hijo que Sevilla apartó de su ex.

- ¿Qué piensas tú de todo eso, del apoyo hacia tu madre?

Que es gente manipulada, que no saben nada de lo que me pasó y no conocen a mi madre. Yo sí la conozco. Son perturbadas. A mí me destrozó la vida.

Samuel tiene ya 15 años. La verdadera historia de su secuestro se cuenta ahora por primera vez, con testimonios inéditos, en el libro Algunos hombres buenos (La Esfera de los Libros), junto con otros siete casos de padres separados de sus hijos mediante denuncias instrumentales sin pruebas. Samuel ofrece a EL MUNDO su primera entrevista. Habla por los codos -no con tristeza, sino con rabia-, divaga y se muestra muy vital. No quiere mostrar su cara «para que no me den la chapa en el instituto».

- ¿Cuándo te diste cuenta de quién era tu madre y de lo que te había hecho?

Dos días antes de que ella entrase en la cárcel, hace un año, en el punto de encuentro. Empezó a decirme otra vez que mi padre abusó de mí, que tenía muchos informes que lo demostraban y me los quería enseñar. Le dije: «Sí, informes que has pagado para que digan lo que tú quieres».¿Qué pasó luego?Intentó darme la mano, pero yo sólo quería irme, no quiero saber nada de ella. Sé muy bien que mi padre jamás me hizo nada. Durante años me manipuló con esa mentira. Ahí vi al fin quién es ella de verdad, la persona bajo la máscara, lo que nunca había visto. Y no me gustó.

- ¿Cómo acabó esa visita?

Le dije que si volvía era sólo para ver a mi hermana [hija de María Sevilla con otro hombre]. Al día siguiente me dcasas-de-acogidaijeron, en el punto de encuentro: «Sí, vas a ver a tu hermana, pero primero tienes que estar una hora con tu madre». Me negué. Seguro que mi madre se sorprendió, sabe que quiero mucho a mi hermana. Pero es más importante mi salud mental.

- ¿Cómo te sientes ahora con respecto a tu madre?

No quiero verla. Lo que vi cuando se quitó la máscara me hizo un daño enorme, me hundió a nivel sentimental, vital, académico... Dejé de salir con mis amigos, perdí mi chispa, dejé de ser yo. No siento odio ni rencor hacia ella, es mi madre y la quiero. Pero no me parece justo que se vaya de rositas después de todo el dolor que nos ha causado a mi padre, a mí y a mi familia. Necesito alejarme de ella y recuperarme. Mi padre se perdió toda mi infancia.

- ¿Cómo te sentiste cuando entró en la cárcel por secuestrarte, antes del indulto?

A ver, nadie quiere que su madre entre en la cárcel. Pero si ha hecho algo mal y no rectifica, a lo mejor en la cárcel tiene tiempo para pensar. Igual le da por pensar: «Si lo estuviera haciendo todo bien, mi hijo me querría ver, ¿no?».¿Te acuerdas de cuando estabais en la finca?¿En cuál de ellas? Fueron muchas. Estuvimos un par de veces en País Vasco, en Granada, Jaén, Cuenca, Albacete, Valencia...

- ¿Qué recuerdas de ese tiempo?

Que estábamos siempre huyendo. Ella intentaba mantenerme lo más alejado posible de mi padre, hacer como que no existía. Y me manipulaba. Siempre que había cerca una foto de él, me decía: 'Cariño, métete en la habitación, no quiero que esto te haga daño'. Ahora la veo como es: como una serpiente. Te hipnotiza y cuando te das cuenta se te ha enrollado.

- ¿Qué sentiste al volver junto a tu padre, al que tu madre te hurtó con tres años y que recuperaste con 11?

Cuando la Policía me devolvió con él, tras la detención de mi madre, yo no entendía nada. Mi madre me había repetido: «Tu padre te pegaba, abusaba de ti». Y de ahí, de repente, a aparecer la Policía y llevarme con él. Todo eso me rayó mucho la cabeza, porque a mi madre yo siempre le preguntaba: «Mamá, si somos los buenos, ¿por qué nos persigue la Policía?». Y ella: «Porque la Justicia a veces no es justa». Luego tuve que aceptar que me manipulaba.

Samuel Marcos es el primero de los 11 menores secuestrados por sus madres y retratados en Algunos hombres buenos que puede hablar públicamente, por estar ya cerca de los 16 años.

En el libro se relata el increíble -e impopular- sufrimiento de ocho padres acusados injustamente, desde Francesco Arcuri, ex de Juana Rivas, a un alto cargo en Moncloa cuando Zapatero impulsó la Ley de Violencia de Género, que luego perdió a sus hijos tras ponerle su ex varias denuncias sin pruebas.

Samuel al menos está logrando rehacer su vida. Va al colegio, al curso que le corresponde por edad. Saca buenas notas. Vive feliz con su padre y la pareja de él en Estepona. Hace música con su ordenador y recorre la costa en patinete eléctrico. La Justicia certifica que lleva una vida sana y positiva, pero su madre sigue denunciando que su padre, Rafael Marcos, un cocinero de 39 años, continúa abusando de él. A día de hoy. «No entiendo por qué sigue con sus mentiras», dice el chaval.

- ¿Cómo recuerdas aquella noche en que apareció la Policía en la finca de Cuenca?

Como mi madre no quería que nadie nos viese desde fuera, había cerrado la terraza con un somier en vertical y una tela para que no se viese dentro. Así podíamos salir al aire y estar tranquilos [apenas le sacaba unos minutos al día para respirar aire puro]. El marido de mi madre había salido a por leña y volvió corriendo: «¡Que está la Policía!». Empezaron a gritar: «¡Policía!». Y a golpear la puerta, que retumbaba que no veas. Luego entraron. Fue una pesadilla.Ni siquiera te llevaba al colegio.

- ¿Es verdad que te enseñaba ella misma escribiendo sumas y restas en los cristales de las ventanas (Samuel acumulaba un retraso académico de aproximadamente dos años)?

Compró una cartulina negra, la pegó en la pared y escribía con rotuladores borrables. Nos explicaba las cosas a mi hermana, que tiene cinco años menos que yo, y a mí. Casi dos años estuve sin ir al colegio, y más tiempo antes cambiando de cole todo el rato.

-¿Cómo era tu vida, huyendo de niño?

A veces me entraban ataques de ansiedad y no entendía por qué. Lo pasaba muy mal muchas noches. En una, estaba rezando, porque mi madre rezaba mucho [ella había escrito frases bíblicas en las paredes de la casa, según la Policía]: «Por favor, Jesús, quítame este dolor». Creo que fue la primera vez que dije: «Ni Jesús ni mierdas, aquí no me va a ayudar nadie». Éramos fugitivos, y ella siempre usaba la misma excusa: que la Justicia no era justa. Los malos siempre eran los otros. A día de hoy,

- ¿Tú crees que tu madre realmente cree que tu padre abusó de ti?

Yo creo que una mentira así, en un grado tan alto y tantas veces repetida, te la acabas creyendo. Los psicólogos dicen que acabas tú misma engañada por tu engaño.

- ¿Te das cuenta de lo que te perdiste durante esos años?

Sí, toda mi infancia... Por eso ahora mi padre, que jamás tiene una mala palabra para mi madre, me insiste mucho en que salga, que disfrute. Pero apenas salgo.

- ¿Cómo fue tu regreso a la vida real, al colegio?

Había muchas cosas que no entendía. Estaba en otro mundo. Me costó horrores encontrar la forma de relacionarme. Todavía estoy en ello.

- ¿Qué pensabas de tu padre cuando estabas secuestrado por tu madre?

Ella o bien quería que me olvidase de él, o decía de él cosas malas, le tiraba mierda. Y yo a veces pensaba: «Pues será verdad, no creo que le hagan eso a nadie por gusto». Papá... Lo debió de pasar muy mal. Y durante mucho tiempo, después de reencontrarnos al fin, yo evitaba estar con mi padre a solas, me apoyaba más en Sara [la esposa de su padre]...

- ¿Cuánto tiempo duró ese evitar estar con él a solas?

Mucho. Date cuenta de lo que mi madre me había hecho. Es como cuando amaestras a un perro y le dices mil veces: «Sienta, sienta». Pues lo mismo me hizo mi madre a mí contra mi padre. Todavía no le demuestro todo el cariño, me cuesta darle abrazos... Pero empieza a ser distinto.Es un clásico de los hijos de divorciados decirle a cada uno de sus padres lo que el niño cree que ellos quieren oír.

- ¿Tú le decías a tu madre lo que ella quería escuchar acerca de tu padre?

A veces sí, la verdad. Con mi madre no podías discutir. Siempre le daba un poco la razón, la verdad. También con respecto a mi padre. Ella es así. Te hipnotiza.

- ¿Crees que la perdonarás algún día?

Ahora mismo no puedo perdonarla, me ha quitado muchos años de mi vida. Tienen que pasar muchos años para que eso suceda. A veces me remueve aún hablar de ella: me deprimo, me hundo. Otras no, y eso espero que pase con esta entrevista: que me sirva para desfogarme. Sigo teniendo muchos complejos, que vienen de ahí. Muchos tienen solución y otros no.

- Hay gente para la que tu madre es una heroína.

¡Para mi profesora de mates! No se entera de nada... Le conté un poco a principio de este curso, porque estuve faltando mucho. Le dije: «Yo soy hijo de María Sevilla». Y ella: «Anda, coño, pero ya sé quién eres... Yo apoyo a Juana Rivas, pero con lo que hizo tu madre no estoy de acuerdo». Y yo le decía: «¡Pero si es lo mismo!». Juana Rivas fue la primera, mi madre la segunda y luego ya vinieron todas las demás, con la cosa esa de Infancia Libre que creó mi madre.

- ¿Cómo llevas que haya gente que siga creyendo que tu madre tiene razón?

Es un problema que tenemos como sociedad. Hay mucha gente que no habla porque la política le da miedo, porque gente que está ahora en el Gobierno, como Irene Montero, les infunde miedo. Pero yo no tengo miedo. Hablan de algo que no conocen, no tienen ni idea de lo que es. Yo lo he vivido. Esto lo hacen mujeres perturbadas, esa es la realidad. La política ha aprovechado esto como una cortina de humo para tapar otros problemas. Y hay gente que se quiere dejar manipular, por sus ideas. Me gusta mucho la magia, y esto es igual: te llevas la atención donde quieres. Ella lo hace bien. Tu madre decía que tenías mil alergias. Otro de sus rollos. Sólo me dejaba comer carne o pescado. Todo lo demás eran alergias, según ella. La leche era de mis mayores temores, pero lo pasé todo, con mi padre dándome la mano. Era ella la que se empeñaba en que tenía esas alergias.

- ¿Crees que vas a poder superar algún día todo lo que te pasó?

Completamente yo creo que no. Es una herida muy profunda. Espero poder convivir con ella. Tu madre te da miedo, dijiste en una declaración judicial. Y me sigue dando miedo. Es que ver a alguien hacer lo que ha hecho sólo para conseguir lo que quiere... Y hacerle eso a tu propio hijo... Me da miedo hasta dónde podría llegar. Y también no saber algunas cosas. Con mi psicólogo voy situando las cosas de mi vida en cajones, como si fuera un armario... Y lo he ido colocando todo en sitios. Pero hay un lapso que aún no he podido llenar.

- ¿Cuál es?

No puedo entender por qué mi madre se inventó una mentira tan grande para dañar a mi padre. ¿Sólo porque la dejó? ¿Cómo pudo hacer eso? ¿Cómo pudo hacerme tanto daño?

https://www.elmundo.es/papel/historias/2023/03/28/64231597e4d4d8a80e8b45a0.html

 

 

 

 

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