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Inés Herreros Hernández
Fiscal feminazi
Presidenta de la Asociación Gafas Lilas contra la violencia machista.
La mujer no ha obtenido la condición real de ciudadana de primera, de hecho seguimos fuera del contrato social moderno. Y eso explica que según el CIS solo al 1,4% de la ciudadanía le parece que esta violencia contra las mujeres es un problema de primer orden. ¿Qué más pruebas necesitamos para constatar que las mujeres somos consideradas ciudadanía de segunda? Por eso, para poder tomar contacto con la realidad de las múltiples violencias que sufren las mujeres, este país necesita visibilizar a las mujeres para que tomen la voz y la palabra. Necesitamos escuchar a las mujeres, guardar respetuoso silencio y reflexionar para cuestionarnos la ideología machista que nos corre por las venas.
El patriarcado es la ideología que ha servido de instrumento para crear una sociedad que hace concesiones de vida a los hombres a costa de los derechos de las mujeres. Es, por tanto, una construcción absolutamente cruel con todo aquello que, como las mujeres, las niñas y los niños, se ha colocado tradicionalmente bajo la autoridad masculina.
Es cierto que los operadores jurídicos (fundamentalmente la judicatura, la fiscalía, y la abogacía) tienen un plus de responsabilidad en la lucha contra las violencias machistas, en la medida que tienen que velar por el cumplimiento de la legalidad, de forma que esta no se vea empañada por los estereotipos de género. En esto justo consiste la visión de género en el derecho; en dotar de una mirada constitucional la interpretación, aplicación y ejecución de las leyes, para alejarla de discriminaciones estereotipadas y basadas en el género. Y eso solo se consigue estudiando. Eso lo tengo claro, la única forma de deconstruir nuestra lógica jurídica estereotipada, es con muchas horas de estudio y de formación.
Echo en falta, sobre todo, programas en la televisión que sirvan para empoderarnos a las mujeres. Programas que nos hablen sobre feminismo, que nos sirvan para ponernos las gafas lilas y para tomar conciencia de dónde, cómo y cuándo nos oprime la desigualdad de género. Y por supuesto echo en falta que se visibilicen mujeres de todo tipo en los medios de comunicación (gruesas, ancianas, bajas, de pelo blanco, jóvenes, mujeres sin depilar, científicas, catedráticas, filósofas, economistas, sociólogas, …).
Tengo la sensación de que el movimiento feminista, que sin duda es global e internacional, se está haciendo fuerte en nuestro país gracias a un montón de mujeres comprometidas, que están tejiendo una red en la que cada vez participamos más personas. Recordemos cómo se evidenció el músculo feminista en la calle, con la importante movilización del 7 de Noviembre de 2015. De hecho, a veces he llegado a pensar que el Pacto de Estado fue una jugada del patriarcado para entretener y ocupar al movimiento feminista a cambio de poco o incluso nada. Este Pacto más bien parece un parón de Estado para perpetuar el machismo. Sin embargo el feminismo, que goza de una estupenda salud, no se para. Y así se evidenció con el movimiento #YoSiTeCreo. Estamos en la cuarta ola del feminismo, y es nuestra responsabilidad aprovecharla.
Sin lugar a dudas lo que más me compensa es la sororidad. Esa alianza entre hermanas que dentro de este contexto patriarcal en el que vivimos, evidencia que no es cuestión de fuerza vencer la tormenta, sino que somos nosotras la misma tormenta. Una tormenta de paz.
Otros personajes y personajillos de la banda feminazi.
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